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Asistente Salud Mental

    Calmels: “Avanzar hacia una provincia libre de manicomios es una deuda histórica”

    Contraeditorial – 27 de Diciembre de 2020

    La provincia de Buenos Aires avanza hacia la adecuación de los neuropsiquiátricos, de acuerdo con lo establecido por la Ley Nacional de Salud Mental, sancionada hace diez años. Cuatro hospitales monovalentes se transformarán por completo y dejarán de existir como lugares de encierro, de soledad y apartados de la comunidad, para convertirse no solo en instituciones de salud sino también en espacios productivos, educativos, culturales, de esparcimiento y memoria.

    La subsecretaria de Salud Mental, Consumos problemáticos y Violencias en el ámbito de la Salud bonaerense, Julieta Calmels, destacó la importancia del proceso de desmanicomialización que se comenzó en todo el territorio bonaerense y afirmó que “avanzar hacia una provincia libre de manicomios es una deuda histórica”.

    En diálogo con Contraeditorial, la funcionaria explicó que el objetivo principal es “construir una alternativa de inclusión social” para los pacientes y terminar con espacios de encierro que – tras la gestión de Cambiemos- fueron encontrados en “situaciones calamitosas”.

    El nuevo paradigma que propone la Ley Nacional de Salud Mental (N°26.657), sancionada en 2010, transforma el modelo de atención, apuntando más a la persona que a la enfermedad, más a sus derechos que a las terapias. Abrir los neuropsiquiátricos a la comunidad es parte de un plan integral que busca humanizar el trato a los pacientes y no apartarlos de la sociedad. Porque, como todos saben, no hay cura en el encierro.

    -¿Por qué cree que recién ahora puede ponerse en marcha una ley de estas características?

    -Hubo una serie de avances a nivel nacional desde la sanción de la ley: una tiene que ver con la creación de distintos órganos de revisión en todo el país, que es uno de los elementos que la norma plantea. Además, los hospitales generales fueron produciendo más internaciones, que es otra indicación de la ley. A eso se suma que en su momento se creó una comisión interministerial en Jefatura de Gabinete. Hay una institucionalidad de la ley que se fue desarrollando a lo largo del tiempo, pero que en los últimos cuatro años sufrió un retroceso muy importante, fundamentalmente por la inexistencia de un Ministerio de Salud. Durante ese período, la comisión interministerial dejó de funcionar e, incluso, el Consejo Consultivo -que es otra de las instituciones- tuvo muchas dificultades para cumplir sus trabajo. Durante la gestión de Cambiemos no se realizó ningún tipo de inversión nueva y se desfinanciaron los lugares que estaban impulsando la implementación de la ley. Estos cuatro años fueron un gran retroceso para el país y también para la salud mental, teniendo en cuenta que la ley plantea una cuestión bastante profunda respecto al modelo de atención y promueve un cambio de cultura institucional.

    – ¿En qué estado encontraron a los cuatro hospitales monovalentes públicos que tiene la provincia?

    -Ninguno tenía iniciado un proceso de reforma ni había presentado los planes de adecuación, que es algo que la ley preveía. Nos encontramos con una situación calamitosa. No había ningún tipo de información sobre las personas internadas. Había hospitales con personas durmiendo en colchones en el piso, falta de presupuesto para todo lo que son los procesos de externación y salas con paredes electrificadas que tuvimos que cerrar. Después nos encontramos con hospitales que mantenían una lógica manicomial muy fuerte, a pesar del esfuerzo de algunos colectivos de profesionales y trabajadores, que fueron haciendo externaciones de pacientes. Pero todo esto nunca tomó vuelo como política pública ni tuvo financiamiento. Entonces, nos encontramos con equipos profesionales con alta capacidad para producir una reforma, pero con una estructura estatal totalmente desfasada para ese cambio. Todo esto sumado a esta situación de mucho deterioro edilicio y, en muchos casos, una falta de consideración por el cuidado de las personas. Por ejemplo, en el Hospital Esteves, de Lomas de Zamora, todavía viven 500 mujeres y hay una sola ginecóloga para todas. Todo lo que tiene que ver con atención en salud es muy deficitario.

    ¿Cómo considera que el modelo médico hegemónico trata a los pacientes internados en los neuropsiquiátricos? ¿Que plantea de distinto la Ley de Salud Mental para estas personas?

    -Todavía está muy vigente la idea del neuropsiquiátrico, que en muchos casos se parecen más a asilos. Hicimos un primer relevamiento interno y encontramos que el 43 por ciento de las personas internadas en los neuropsiquiátricos públicos de la provincia tiene más de 10 años de internación. Diez, veinte, treinta años de internación. Son personas con internaciones crónicas que vieron deteriorada su calidad de vida. Después, lo que la ley plantea -que es algo que nosotros vamos a trabajar- es la necesidad de ir generando espacios comunitarios de mayor capacidad de asistencia para las personas, y de trabajar el concepto de internaciones breves. El concepto de breve puede referirse a algunos días o algunos meses, eso se evalúa según la necesidad de cada persona, pero no más de esos plazos. Una internación de un año ya estaría fuera de los parámetros aceptables, tanto en términos legales como profesionales. Estas internaciones responden más a situaciones sociales o a una concepción asilar que a un abordaje sanitario. Con el pedido de planes adecuación, también sacamos una resolución que prohíbe la internación de personas en ese tipo de pabellones de larga estadía. La discusión acá no es internaciones sí o internaciones no, sino internaciones cuando sea necesario. Y, por otro lado, hay que fortalecer el dispositivo ambulatorio.

    -¿Se encontraron con pacientes internados por no poseer contención familiar o por motivos sociales?

    -Hay problemas que tienen que ver con la posibilidad de tener una contención afectiva y otros que tienen que ver con lo económico. Pero también nos encontramos con que muchos sectores de externación de los hospitales vienen produciendo una experiencia que nosotros la estamos impulsando mucho y que generó, incluso en la pandemia, la posibilidad de realizar 70 externaciones de pacientes. Con un acompañamiento muy fuerte de los hospitales se generan viviendas colectivas. Ya recorrí varias y es una experiencia totalmente posible, que incluso tiene un financiamiento por parte del Estado. Lo que el Estado garantiza es acompañarlos en el armado de todo el proceso: desde buscar la casa, instalarla, comprar las cosas que hacen falta, trabajar con el grupo de pacientes que se va a externar y todo lo que implica vivir afuera. En algunos lugares donde hay pacientes crónicos, de muchos años de internación, que tienen limitada su anatomía funcional, lo que se hace es incorporar un enfermero o un acompañante terapéutico. Mientras continúan con su tratamiento, lo importante es que comienzan a tener una vida en una comunidad, a comer en una mesa, con cubiertos, pudiendo recibir a sus seres queridos o amigos.

    – ¿Cada hospital llevará adelante una transformación particular?

    -En septiembre sacamos una resolución donde se anunciaba el comienzo de los procesos, y se les pedía a los hospitales que presentaran planes de reforma. Planteamos un documento base con los ejes que estos planes debían tener. La realidad es que los hospitales son distintos y abrió diferentes procesos de trabajo. También nombramos nuevos directores, con perfiles muy acordes al tipo de reformas que hay que llevar adelante. Ellos trabajaron una propuesta y en octubre la presentaron al ministro de Salud, Daniel Gollan, y a nosotros. A partir de ahí comenzó un trabajo bastante intenso dentro del propio ministerio y de los hospitales. Finalmente, a partir de algunas devoluciones y ajustes que consideramos necesarios, el 10 de diciembre fueron aprobados de manera global.  Estos proyectos tienen componentes sanitarios, habitacionales, culturales y creativos. Es decir, los hospitales se van a transformar en muchas cosas. Va a ver una parte que tiene que ver con la salud y el resto de los implica la creación de políticas de vivienda, de proyectos de inclusión, de espacios de memoria. Se van a incluir políticas para las infancias y las juventudes, áreas culturales y muchas cuestiones que tienen que ver con el uso de espacios públicos, como plazas. A su vez, se va a reservar una cantidad de camas para internaciones breves y se crearán centros de día o se ampliarán los existentes. Estos cambios implican a equipos, sobre todo para acompañar todas las externaciones de los pacientes y ampliar las prestaciones sanitarias con un componente de salud mental fuerte. Todos estos planes tienen una progresión de ejecución a tres años, con posibilidad de extenderse a cinco en algún caso que no se haya podido lograr ejecutar.

    -¿Cuáles son puntualmente estos cuatro hospitales monovalentes de la provincia y que características tienen?

    -Estamos hablando del Hospital Interzonal Dr. José A. Esteves, ubicado en el casco urbano de Lomas de Zamora; el Alejandro Korn del barrio Melchor Romero de La Plata, donde estamos trabajando con el Ministerio de las Mujeres en algunos proyectos y en los próximos días se van a inaugurar diez casas; el Hospital Domingo Cabred, de Luján, que tiene 600 hectáreas y es el más grande en términos de tierras; y el Dr. Domingo J. Taraborelli, de Necochea, que es el más chico.

    – ¿La descentralización es otro desafío que se plantean?

    -Sí, es algo que venimos trabajando con los municipios, descentralizando también los recursos. Por ejemplo, en Merlo e Ituzaingó lo hicimos a través de consultorios externos. Hay casos de pacientes que no están internados pero viajaban al hospital a buscar su medicación o a atenderse. Entonces, a través de profesionales de los municipios o de dispositivos provinciales, se los está atendiendo en la zona. De esa manera, los pacientes se pueden atender ahí y no tienen que viajar tres horas. A la vez, agregamos equipos móviles que trabajan las urgencias en territorio y que acompañan a los hospitales generales en internaciones. También, generamos un ingreso de recursos, de 400 trabajadores y de equipos de salud mental que se incorporaron a hospitales generales, equipos móviles y centros comunitarios.

    -Estas transformaciones son una cuenta pendiente pero, al mismo tiempo, un desafío enorme

    -Sí, enorme. La decisión la teníamos tomada, es parte de muchas responsabilidades que tenemos que asumir y, sobre todo, es una deuda histórica. Hay mucho trabajo, mucho recorrido hasta ahora  y nos encontramos también con más posibilidades de las que hubiéramos imaginado, de acompañamiento de los propios equipos de salud y de los trabajadores que también están deseosos de poder construir otra alternativa. Estas transformaciones van a contribuir a la calidad de vida de todos, incluida la calidad del trabajo de los profesionales. El éxito de la reforma no está en cuantas camas bajamos de los hospitales -que es una unidad de medida, por supuesto- sino en que tiene que producirse de conjunto con la posibilidad de que una persona externada de un hospital pueda producir una alternativa de vida afuera. Hay mucho trabajo que no tiene que ver con la baja de camas, sino con la alternativa de inclusión social.