La crisis llevó al Ministerio de Salud a reconvertir camas de adultos a pediátricas, reubicar pacientes más estables en otros centros asistenciales y crear condiciones para la hospitalización domiciliaria. También se reactivó la red
integrada de urgencia público-privada, con el fin de poder derivar casos graves a clínicas u otros establecimientos que tengan mayor capacidad.

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