Recientemente, el país abandonó su estricta política de cero-covid, que había provocado disturbios masivos tras más de dos años de férreos controles sobre la vida privada de los ciudadanos. Desde que se levantaron esas normas, la gente recuperó la libertad de viajar por el país. A medida que se conocen informes sobre hospitales y funerarias desbordados, el país se enfrenta a acusaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de Estados Unidos de
que está subestimando la gravedad de su brote actual, mientras altos funcionarios de salud del mundo instan a Beijing a compartir más datos sobre la explosiva propagación.

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