América Latina Educación - 25 Ene 2022
Escuelas de Ecuador reabrieron sus puertas para recibir a alumnos acogidos al retorno voluntario a las clases presenciales, dispuesto por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE).
La decisión fue adoptada el sábado, después que el COE analizó la situación del país en cuanto a los casos de Covid-19, que según las autoridades disminuyeron en al menos 10 mil con respecto a la semana anterior.
Según la resolución, las instituciones educativas fiscales deben asumir la medida, mientras que el resto de los establecimientos docentes pueden optar por mantenerse en la virtualidad o combinar ambas modalidades.
En ese sentido, se tendrá en cuenta la actualización del semáforo epidemiológico, realizada por el COE.
Las escuelas ubicadas en localidades en color rojo (riesgo alto de contagios) asumirán la asistencia presencial voluntaria en los bachilleratos generales unificados, instituciones urbanas y la educación básica, respetando medidas como un área de 2,25 metros por persona y la división de los grupos por días u horarios diferenciados.
Por otra parte, las ciudades en amarillo (riesgo medio) aplicarán normas similares para todos los grados y cursos.
Las urbes donde el semáforo está en verde (bajo riesgo) podrán optar por la asistencia con un aforo máximo del 50 por ciento, calculado sobre la capacidad física disponible e igualmente con división de grupos por días u horarios.
Al respecto, el Ministerio de Educación precisó la víspera que el regreso a las aulas será solamente para unidades docentes involucradas en el Plan Institucional de Continuidad Educativa, programa piloto de retorno progresivo a las clases presenciales.
Por el momento, no habrá cambios en la presencialidad obligatoria para el 100 por ciento del alumnado, prevista desde el 7 de febrero en el régimen Sierra-Amazonía y el 3 de mayo próximo en la Costa y Galápagos.
Las fechas estipuladas serán revisadas el 31 de este mes, de acuerdo con declaraciones de la titular de Educación, María Brown.
El retorno a las aulas genera polémica entre quienes lo consideran apresurado y sectores a cuyo juicio no son las escuelas las principales fuentes de propagación de la Covid-19.