Después de meses de eventos llenos de gente y, a menudo, de encuentros sin máscara, un número creciente de altos funcionarios del gobierno, incluido el presidente Trump, y sus contactos cercanos han dado positivo por el coronavirus. La culpa del brote radica en gran parte en una estrategia de prevención de enfermedades mal concebida en la Casa Blanca, dijeron expertos en salud: desde los primeros días de la pandemia, los funcionarios federales se han basado demasiado en las pruebas rápidas de una empresa, con poca o ningún mecanismo para identificar y contener los casos que pasaron por alto el diagnóstico.

Otros expertos en salud señalaron que las pruebas implementadas por la Casa Blanca, fabricadas por Abbott Laboratories, recibieron autorización de emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos solo para las personas “dentro de los primeros siete días de la aparición de los síntomas”. Pero se utilizaron incorrectamente para evaluar a las personas que no mostraban ningún signo de enfermedad. Tal uso fuera de etiqueta, dijeron los expertos, comprometió aún más una estrategia que presumiblemente fue diseñada para mantener a los principales funcionarios a salvo de una pandemia que hasta ahora ha matado a más de 210.000 estadounidenses .

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