Saltar directamente al contenido.
Asistente Salud Mental

    Tiempos que urgen. Dispositivos asistenciales desde una mirada psicoanalítica

    Autor@s

    GÓMEZ, Josefina / Hospital “Eva Perón” Equipo de Salud Mental Benito Juárez.


    Eje de trabajo: 4) Dispositivos terapéuticos de atención en Salud Mental y Adicciones

    Palabras Claves: Salud Mental- Psicoanálisis- Hospital


    Un llamado que urge,  tiempo que se detiene, espera que desespera… un, dos, tres o  más personas  se encuentran en Guardia Hospitalaria de nuestra localidad y la voz de un medico opina que es necesario otra escucha, otra oferta ante algo que late, que desconcierta, lo desconocido que atemoriza.

    ¿De qué escucha se trata?  ¿Qué se espera de un psicólogo en guardia?

    Angustia. Crisis. Intoxicaciones e intentos de suicidio. Consumo excesivo. Autoagresiones. Muertes y pérdidas. Violencia.  Situaciones que generar movimientos en nuestra localidad, donde el dolor se hace grito, la palabra no demanda, el sufrimiento se hace acting. Trágicas situaciones donde convocan al equipo de salud mental a hacer algo allí donde hay caos, ruido, desconsuelo, catástrofe.

    ¿Cómo ubicarse uno allí frente al sufrimiento del otro?

    Intervenir sin escabullirse detrás de un escritorio,  con la palabra y  el cuerpo.

    ¿Qué hacer después con tales situaciones, que generan múltiples sensaciones?. Nuevamente la palabra, en otro escenario, en el equipo, puesta en forma del dolor en el circuito discursivo, sostenido apoyo de un grupo que trabaja,  escucha, se retroalimenta en el encuentro de la diversidad, entrecruzamiento de disciplinas, teorías, pensamientos.

    La palabra es la herramienta. A veces el silencio. Otras el acompañar.  Hasta que eso que tanto urge logre su pausa.

    Intervención en Guardia. Entrecruzamiento de discursos.

    En el presente escrito se pretende transmitir una práctica en Salud Mental, relacionada al trabajo hospitalario, en la atención de modalidad denominada Guardias Pasivas de Psicología.

    La Guardia Hospitalaria es un ámbito fundamentalmente médico, tanto desde las intervenciones como discursivamente, por lo cual ha sido un trabajo tenaz y sistemático de inserción de nuevas formas y discursos distintos, que va más allá de lo orgánico, lo envuelve pero lo sobrepasa.

    La inserción de un psicólogo allí no es tan simple.  Aparece entonces  como principal agente el médico dueño de la palabra del órgano, aquel órgano que aparece ya enfermo. La salud y enfermedad se entremezclan en un puente con una línea delgada, que consume los interrogantes de los médicos, hace pregunta y encuentra su respuesta acertada, se abren diagnósticos y el tratamiento adecuado, para hacer algo allí donde el órgano marca una disfunción.

    El paisaje que ofrece el pasillo del hospital detrás de su  aura blanca visibiliza la mirada intrigante de los llamados pacientes,  las familias con miradas preocupadas, a veces cargadas de angustia  otras esbozando una sonrisa  tras escuchar la indicación de alta.

    La enfermedad y la muerte se hacen tan reales que hasta por momentos se tornan insoportables, manifestadas en quejas o demandas excesivas.

    El hospital es ruidoso y veloz, personas que van y vienen, buscando respuestas y atención. Diferentes dispositivos que se ponen en marcha: consultorios, internación, guardia.

    Y allí en un rincón llegando casi al final un cartel delimita un espacio PSICOLOGIA “a secas”, espacio  hacia el cual muchos,  aun en la actualidad,  miran con cierta resistencia o  quizá  temor, asociando aun hoy lo Psi a la locura.

    La salud mental empezó de a poco a hacerse un lugar allí, un edificio donde se trabaja desde una mirada curativa, curar el daño, curar la enfermedad, cuestión que no siempre se logra.  En el hospital el problema nos confronta  y hay que pensar una intervención en función de algo  que surge, a veces urge, otras tantas emerge.

    ¿Qué lugar allí entonces para un psicólogo? ¿Cómo pensar la salud mental en el ámbito hospitalario? ¿Es solo allí nuestro marco de intervención? ¿Será posible diseñar intervenciones en soledad?

    El objetivo del presente trabajo es desarrollar un recorrido delineando los avatares de un día hospitalario, bagando por el discurso psicoanalítico, que aporta su impronta para pensar y pensarse en el abanico de funciones que se abren a intervenir en lo mental de la salud.

    ¿Que encontramos en la Guardia del Hospital?
    • Diversidad, ingresos y reingresos

    Ingresa un joven con supuesto estado de excitación psicomotriz. Antes de llegar a la guardia cambia el pronóstico que se escucha desde los primeros interventores… brote psicótico se oye decir. Pánico en el hospital. Alguien con fuerza alucina, grita e intenta romper todo lo que se cruce por su camino. Mística de por medio invoca a un dios que dice escuchar.

    Hombre ingresa a guardia por accidente automovilístico manifestando a los médicos que asisten que ha sido intencional. Rotulo en marcha intento de suicidio.

    Ingresos recurrentes por intoxicación medicamentosa.

    Intentos de suicidio, método frecuente utilizado intento de ahorcamiento. En adolescentes y adultos. Suicidios consumados.

    Jóvenes con cortes, autoagresiones: “si me corto no siento más dolor” “me corto para no pensar” “si me corto siento placer por un instante”.

    • Del lado medico

    “Podrías venir a evaluar el riesgo… yo no entiendo nada de esto”   “Me sobrepasa este tipo de pacientes”  “¿Llamamos al psiquiatra?”   “Siempre lo mismo con esta paciente”.

    ¿Qué sucede cuando lo que se encuentra sobrepasa lo orgánico y roza la sin razón? ¿Cómo asignarlo dentro del campo medico? ¿Se sale de los estándares? ¿No se encuentra en los manuales? ¿Genera  temor? ¿Rompe los esquemas?

    Cuando el diván es una cama de hospital.

    Considero  la urgencia como una de las modalidades en que se expresan los síntomas en la clínica actual, fundamentalmente en el ámbito institucional. Así mismo urgencia en tanto forma de intervenir cuando no hay tiempo, ante lo inesperado, incertidumbre de por medio.

    En función del punto de vista teórico e incluso disciplinar podríamos encontrar múltiples definiciones de la Urgencia.

    Encontré un artículo donde se   discrimina entre estas conceptualizaciones y aclara cual es el terreno a nuestro entender cuando hablamos de urgencia. (1)

    “en el contexto medico “urgencia” significa rapidez en la acción y orden de medidas sistematizadas, un protocolo a realizar (proviene del latín urgentia necesidad de pronta recuperación y rapidez). Estamos ante la necesidad de la intervención en el corto plazo. Por otro lado la Emergencia (del latín emergentes: ocurrir, accidente que sobreviene) implica intervención instantánea y especifica en el ahora (por ejemplo infarto del miocardio u otras situaciones en donde el riesgo de muerte es inminente)”.

    Y continúa:

    “ en el campo psicoanalítico la urgencia es lo que urge, y es inmediato, puede implicar el riesgo de que estalle el mundo interno del sujeto, que este colapse y desaparezca su vida (…) el tiempo característico de la urgencia es la eternidad y la pesadilla interminable”. [1]

    La referencia al diván la utilizo como metáfora que representa imaginariamente la existencia del psicoanálisis. Ahora también valdría la pregunta si es aceptable o no pensar la inclusión del psicoanálisis en el ámbito hospitalario y más precisamente en la guardia médica.

    Considero que sí. Pensando no solo a nivel de una técnica, sino como un armado conceptual que nos permite pensar el sufrimiento humano y así el abanico de intervenciones posibles ante aquello que siendo en primer instancia una necesidad pueda transformarse en demanda.

    Quizá podríamos preguntarnos también  ¿dónde está el síntoma? ¿Quién es el paciente? ¿de qué diagnostico hablamos?. ¿Estas situaciones que se presentan son descifrables, interpretables, quieren decirnos algo o no pueden decirnos nada?.

    Nos encontramos en una escena donde son varios los actores, no solo el paciente, sino los médicos y enfermeros, telefonista, otros pacientes y el entorno los referentes (familiares y/o amigos).

    Nuestro diagnostico allí es en situación, teniendo en cuenta datos objetivos que nos permitan armarnos una historia de vida, los lazos sociales y afectivos, antecedentes de tratamientos o situaciones similares, ocupaciones e intereses, así como también la singularidad de cada persona.

    Para Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, el síntoma es una formación del inconsciente, una condensación (mecanismo del inconsciente), en la que entran en juego varios deseos en conflicto. De ahí que, si curamos un síntoma, aparecen otros en su lugar: los síntomas se desplazan.  Para Lacan, hay un goce; el paciente goza del síntoma, y no quiere en el fondo desprenderse de él.

    Es en este sentido que leemos la afirmación freudiana de Análisis terminable e interminable (FREUD 1937): “En estados de crisis agudas el análisis es poco menos que inutilizable”. (FREUD 1937, 234).

    En el ámbito hospitalario de la urgencia nos encontramos con dificultades  para hablar estrictamente de la puesta en marcha de dispositivo psicoanalítico, teniendo en cuenta los requisitos freudianos para su instalación: síntoma, asociación libre y transferencia. Pero esto último no invalida la práctica analítica en tanto tal, ya que la presencia de un analista, con su mirada y escucha produce efectos.

    El malestar actual arrebata las formas discursivas de hacer lazo con el otro, lanzando hacia un abismo de mensajes que reclaman atención, implicando nuevas formas de pensar nuestras teorías, nuestra posición profesional y por ende las formas de intervenir. Nos encontramos con escenas manifiestas desde el acto, donde no hubo palabra, solo vacío, sinsentido.

    Presentaciones clínicas en relación a una época que relanza nuevas formas de manifestar el padecimiento, aun sin ser síntomas en sentido estricto, actos desaforados, que requieren ser alojados por un dispositivo que permita (en el mejor de los casos) la instalación de una demanda y puesta en forma del discurso sintomático.

    En Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis (LACAN 1953), Lacan señala que la práctica del psicoanalista debe estar unida a la subjetividad de la época.

    Requerimos entonces de adaptaciones institucionales para alojar un sufrimiento incomprensible e insoportable para quien lo padece, al cual no se le encuentra sentido.

    La intervención apunta entonces a lograr un encuentro que posibilite un ordenamiento, la resolución de la urgencia y el inicio de un tratamiento, si fuera necesario.

    Función nuestra entonces lograr la construcción de un relato, puesta en palabras de lo indecible.

    Podríamos pensar, teniendo en cuenta las formulaciones de los cuatro discursos que propone Lacan en sus seminarios, que el discurso del dispositivo hospitalario de guardia va a contramano del discurso analítico, en tanto como se describe al inicio de este escrito, el objetivo medico hospitalario  (discurso del amo)  apunta a la eliminación del síntoma, en tanto diseñado para curar la enfermedad.

    Desde el  psicoanálisis podría entonces pensarse   que para empezar a operar en el terreno de la urgencia, requerimos reintroducir la trama discursiva que quedo fracturada e impulso el ingreso ante la ruptura de aquello que sostenía al sujeto, comenzando a tejer con los dichos de quien llega un relato alrededor de ese real que trae la urgencia y dispara en la consulta. Doble vertiente si pensamos en contener eso que abruma y molesta así como abrir una pregunta (posibilidad de subjetivar la necesidad, para ser transformada en demanda),  que quien consulta pueda hacerse una pregunta por su padecer.

    Salud Mental en el Hospital

    En la actualidad hablamos del campo de la salud mental, su inclusión en diferentes dispositivos de atención, resaltando (desde siempre y hoy aún mas) el marco legal  de nuestras prácticas.

    El discurso legal en la actualidad, de la mano de la Ley Nacional de Salud Mental (2010),  así como de sus antecedentes tanto nacionales como internacionales en materia de derecho, nos habilita a continuar una lucha desplegada en torno a la necesidad de repensar nuestras prácticas, dispositivos e intervenciones en la salud mental de nuestro mundo, tal y como se nos presenta. Legitimar una práctica y hacer valer los derechos de pacientes y profesionales, de remarcar la importancia de considerar en forma integral al/los sujetos de nuestra intervención, requiriendo para esto de un trabajo interdisciplinar e intersectorial, si se tiene en cuenta la complejidad de las situaciones así como la complejidad misma de la constitución subjetiva. Un entramado social, cultural, psicológico, medico, económico y legal, por nombrar algunos de los discursos que se entrecruzan al pensar hoy lo mental de la salud.

    Si bien desde su reglamentación se han dado debates en torno a los principios de la Ley, considero nos habilita a respaldar nuestras prácticas haciendo valer la dignidad del sujeto, abriendo modalidades diversas, concretas y efectivas, desde el ámbito comunitario, para la preservación y promoción de los derechos, así como la restitución de los mismos en tantas situaciones donde encontramos se hallan vulnerados.

    Asistir desde un dispositivo de atención  de las urgencias de la salud mental en nuestro hospital general y público, nos permite pensar que podemos lograr intervenciones proactivas desde nuestro espacio de trabajo, dejando atrás la lógica establecida de “la derivación a centros especializados” al no saber qué hacer con esto que asusta, genera dudas, no se sabe bien lo que es. La sin razón asociada desde antaño a la locura ha dejado huellas impresas en la cultura hospitalaria tendientes a segregar y derivar la atención de lo mental.

    Quizá falte y seguramente mucho… pero aun así un equipo de personas apuesta a que se puede hacer algo distinto, se puede escuchar el padecimiento y  pensar formas de intervención que apunten a recobrar algo de ese sujeto, que se pierde ya sea en medio de una excitación psicomotriz, de un brote psicótico o de una crisis vital donde la angustia no da tregua.

    Continuaremos haciéndonos un lugar, abriendo un espacio.

    Referencias bibliográficas

    Libros

    • LOCKHART, George C y WRIGHT Peter. M (Compilacion). 2011. “Valoracion de las Crisis: Urgencia y Emergencia en Salud Mental“. I Rojo Editores, Buenos Aires.
    • Ley Nacional de Salud Mental N26657 (2010) Argentina.

    Capítulos de libros

    • DE LODOVICI, Ana Maria y LOCKHART, George Charles. 2011. “La comunicacion en la urgencia: el telefono como recurso“ en “Valoracion de las crisis: Urgencia y Emergencia en Salud Mental“ I ROJO Editores, Buenos Aires.
    • LACAN JACKES 1976 “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos I, Siglo XXI.
    • FREUD SIGMUND. 1939 “Analisis terminable e interminable“ en  Sigmund Freud Obras Completas Volumen 23 (1937-1939) Amorrortu Editores.

    Artículos en línea


    [1] LEDOVICI A.M y LOCKHART. G.C “La comunicación en la urgencia: el como recurso” en  “Valoración de las Crisis. Urgencia y emergencia en salud mental” Pag. 121.